Agudamente comenzó a vocalizar, como de costumbre, como todas las mañanas, muy temprano a eso de las ocho.
Ya los vecinos no protestaban, era inútil, habían aprendido que de cualquier manera no lograrían callarla.
Abría ampliamente las ventanas, luego las cortinas, así entraba todo el sol; se colocaba el viejo sombrero bordeau de terciopelo arrugado, el de ala caída. La imagen era triste, fría. Nada tenía de los años de gloria; su destino había sido cortado con algo mucho peor que una afilado cuchillo. Nada queda de aquellos años cuando su vibrante voz era capaz de quebrar copas de cristal con sus agudos. ¡Ah! ¡que soprano! ¡Ah! qué poco le queda de diva. Es solo un fósforo consumido con una intolerable voz temblorosa y una delgadez extrema la asemeja a un cadáver.
¿Merecido destino? ¿Azar certero? ¿Quién arrojó los dados? Lo cierto es que su presente no es nada envidiable: rutina amarga, la voz al sol con público solo de piano.
Tuvo la llave, pero perdió la cerradura, la marearon las joyas, pieles, perfumes franceses y los apuestos aunque escaladores galanes.
Hoy está frente a su ventana de sol con piano desafinado y garganta destartalada, sola, con un imaginario amigo que ni siquiera late porque hasta ese perro con quien habla, es de peluche.
Vida mal manejada, mal hilvanada, desprolija por alcohol enhebrado en aguja despuntada.
Genial esa frase de "tuvo la llave pero perdió la cerradura". Soy Ruben Amato y mi blog es www.amarescritos.blogspot.com así que te invito a visitarme. Tambien escribo y me gustaria tu opinion.
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